Hay un cuento budista corto que me gusta mucho y guarda una lección de vida muy poderosa: Un día, un padre se puso a jugar con su hijo. El reto consistía en adivinar si una carreta iba llena o vacía, pero debían estar con los ojos cerrados. Según jugaban, el padre siempre acertaba. El hijo atónito y cansado de perder, le preguntó por el truco. Entonces el padre le contestó: - Una carreta vacía hace más ruido que una llena.-