Elegir un dinero que tiende a apreciarse y permite ahorrar con facilidad, frente a otro que tiende a depreciarse y obliga a buscar otras formas más complejas de proteger los ahorros, será la opción lógica y natural. Hoy aplica algo parecido a la ley de Gresham, pero mañana será el turno de la ley de Thiers.